Mecia el viento cálido de otoño
las lágrimas de aquel corazón herido,
mezclada en la gotas de agua dulce
que el cielo derramaba
al compaz de su queja.
Se dejó caer entre la brisa
y con olor a mar y arena
alzo a la luna su pena
acongojada y moribunda.
No tenía ya sentido su latir
cuando lo oyó venir
cabalgando su sombra
en las tinieblas del desencanto
y pudo convertir en sueños su llanto
mientras llegaba él
a rescatarla del dolor y la agonía
para mostrarle un nuevo amanecer
una nueva señal....
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